viernes, 10 de julio de 2015

Al Espíritu Imperecedero lo llaman ADN: el código genético

Cueva de El Castillo. Situada en la localidad de Omoño (Ribamontán al Monte). Cantabria. España.

Los estudiosos de la verdad han enseñado que el Espíritu es un arreglo eterno de energía viva que es vida, imagen refleja del Creador y Contenedor de todos los seres y todas las cosas manifestadas e inmanifestadas existentes en el Universo, cuya esencia es el bien, la inteligencia y la potencialidad pura, inmanente al mundo espiritual, que se manifiesta en los mundos mental y material.
Los sabios han intuido que aquella entidad viviente o esencia infinitesimal inmanente está en todas y cada una de nuestras células, es indestructible y eterna; pero que aprende a medida que se experimenta y transforma. Es así, al igual que las semillas de plantas y animales llevan consigo la información o germen de evolución que les permite adaptarse a los cambios que ocurren en la naturaleza.

Nadie ni nada puede destruir el espíritu imperecedero; aunque haya una gran destrucción, en tanto queden algunos con vida, está salvada no sólo la especie, sino el nivel evolutivo alcanzado por sus antepasados.
La envoltura o cuerpo material tiene un final como todo lo orgánico, pero no así el espíritu que es eterno e indestructible; por consiguiente cumple con tu deber trascendente y pelea sin que importe tu dolor, sufrimiento o muerte; sólo así lograras contribuir al Orden, al Equilibrio, a la Armonía, contra el Caos y la entropía.

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